05 julio 2015
¿Novatadas o paletadas? Más bien lo segundo. Desmontando algunos de los argumentos a favor
Este artículo tiene el propósito de reunir y analizar críticamente algunas de las razones que más frecuentemente se esgrimen a favor de la realización de las novatadas, y que los estudiantes recién llegados a la universidad tenemos ocasión de escuchar, en mayor o menor medida, año tras año.
En primer lugar, antes de entrar en materia, conviene hacer una distinción entre aquellas novatadas que pueden afectar seriamente a la salud física o mental (como las consistentes en tratar al estudiante como cenicero, en forzarlo a desnudarse o a ingerir grandes cantidades de alcohol, agua de retrete, vómito, etc.), y que, por norma general, son reprochadas y calificadas de excesivas (aunque continúan existiendo sin especial dificultad), y aquellas otras que, en principio, no afectan de forma importante a la integridad de la persona (como las consistentes en lanzar huevos, harina, kétchup y otras sustancias a los novatos, en tratarlos y obligarlos a actuar como sirvientes, en forzarlos a simular actos sexuales...), y que, lejos de estar mal vistas, son justificadas y fomentadas por los propios alumnos a quienes van dirigidas con argumentos como los siguientes:
En otras palabras: parece que hay algo de coacción.
Pero imaginemos por un momento que no fuera así, que no hubiera ningún tipo de coacción y la elección fuera libre. La primera consecuencia sería que no habría buenos motivos para prohibir las novatadas, como tampoco los hay para limitar la cantidad de alcohol que uno puede beber (cuando no va a conducir), ni para prohibir el sadomasoquismo, la lectura de los libros de Paulo Coelho o escuchar hablar a Eduardo Inda un sábado noche, por muy mal que estas cosas nos puedan sentar, pues son actos a los que se somete una persona mayor de edad de forma voluntaria y, lo que es más importante, no tienen consecuencias sobre terceras personas, sino solo sobre uno mismo.
Ahora bien, ¿que esta (segunda) clase de novatadas no deban prohibirse significa por sí solo algo más, como, por ejemplo, que sean un evento valioso y recomendable? Obviamente, no, pero hay quien dice que sí, basándose en algunos de los argumentos que se exponen a continuación:
Y las propias características del hecho que nos ocupa (relación desigual amo-esclavo, humillación -aunque sea mínima-, posibles daños psicológicos e incluso físicos, y, en muchas ocasiones, pagando dinero por ello) me parece que no dicen precisamente mucho a su favor.
A estas objecciones se responde entonces con otro argumento:
Yo, desde aquí, propongo a los veteranos algunas ideas (porque parece que con lo de "pollos de mierda" se agotó la creatividad), como una tomatina estudiantil (se pringa todo el mundo por igual), una guerra de almohadas, una fiesta de disfraces, una barbacoa o, si no hay más remedio, un botellón (en el que cada uno se paga lo suyo, y, de hecho, es donde se conoce a la gente después de la novatada). Que no sea por falta de alternativas...
En el libro "NOvatadas. Comprender para actuar" se ofrece una explicación interesante de este fenómeno según la teoría de la disonancia cognitiva:
La disonancia cognitiva se define como el estado de tensión que se produce cuando una persona mantiene simultáneamente dos cogniciones o creencias (ideas, actitudes o valores) incompatibles. Por ejemplo, tener un buen concepto de uno mismo/a es incompatible con someterse a actividades vejatorias y degradantes para ganar aceptación social. Cuando nos encontramos ante estas contradicciones, nuestra tendencia es liberar la tensión resolviendo el conflicto en favor de una de las dos opciones: bien modificando la percepción de gravedad de estas situaciones ["no fue humillante, fue divertido"] o bien cambiando mi concepción de mí mismo y de mi valía personal. Siempre será más probable la primera opción, puesto que las personas recurrimos a este mecanismo cognitivo para proteger nuestro autoconcepto.
Aunque, ahora que lo pienso, se me ha pasado un quinto argumento (y no me lo estoy inventando: juro que lo he escuchado un par de veces) para el que no tengo réplica, y que, intentando convencer a los novatos de acudir a las novatadas, diría algo parecido a lo siguiente:
Touché.